19 octubre 2006

EL "TARZÁN"

El "Tarzán" era el perro que cuidaba del rebaño de ovejas en Ocejo. Apenas recuerdo cómo era, sé que era un mastín enorme, pero aparte de eso y de su nombre, poco más puedo deciros. Yo era muy pequeña... Por desgracia, ni siquiera tengo una foto suya para que lo conozcáis (por eso el mastín de la foto no es el "Tarzán", aunque también sea una belleza de perro) .

O quizá sí pueda contaros algo más de él... Porque lo que sí recuerdo perfectamente es lo cariñoso que era con la gente del pueblo. Cuando por la noche el rebaño bajaba para dormir en el pueblo, él llegaba con las ovejas y sin esperar mucho, iba de casa en casa esperando su cena. Y cuando tardaba, le llamábamos para que viniese a nuestra puerta porque habíamos guardado comida para él. Y el "Tarzán" llegaba silencioso, se dejaba querer y luego comía.

¡Y qué alegre se ponía a veces cuando de lejos veía que lo llamabas! Venía tan deprisa que uno pensaba... "me tirará al suelo cuando llegue, si sigue corriendo así..." Pero no, frenaba y movía la cola feliz porque sabía que iba a recibir mimos, y corría contigo... Cuando en casa no tienes mascotas, pero te gustan los animales, disfrutas de cada rato con ellos, porque sabes que van a ser momentos breves.

Por eso cuando un verano, al regresar en nuestras vacaciones a Ocejo, nos dijeron que el "Tarzán" ya no estaba, que había muerto, la tristeza fue enorme. Pero la vida sigue, y las ovejas bajaron igual que siempre para dormir en el pueblo. Y con ellas venía otro mastín. Un mastín que se llamaba..."Tarzán".

16 septiembre 2006

LAS CADENAS DE LA QUEBRANTADA

Ya os he dicho que Ocejo está metido en un profundo valle, rodeado de montañas. Una de esas montañas es La Quebrantada, que debe su nombre a que el tiempo y el hielo la han marcado de tal manera, que algunas veces se han desprendido algunas rocas de ella y han caído cerca del pueblo. Afortunadamente nunca ha llegado a pasar nada.

Acerca de La Quebrantada ha surgido la historia de que en esa montaña hay unas enormes cadenas que la sujetan, impidiendo que se deplome completamente sobre el pueblo. Estas cadenas deben ser untadas con manteca de cerdo para que no se oxiden, por eso, al menos una vez al año, alguien debe subir hasta donde se encuentran esas cadenas y cumplir con la tradición para evitar que el pueblo desaparezca bajo las rocas.

Esta es una de las historias más curiosas de Ocejo, hay gente que piensa que es una leyenda más, y gente que me ha asegurado que las ha visto con sus propios ojos , con no poca sorpresa por mi parte, ya que yo soy de allí y nunca he conseguido encontrarlas. Pero sea cual sea la verdad, pido a aquel que las encuentre que no deje de cumplir con la obligación de untar bien de grasa esas cadenas, para que duren muchos años más y podamos seguir disfrutando de la tranquilidad y la belleza de Ocejo.

28 julio 2006

LA COMPRA

Cuando se oyó el claxon sonando a lo lejos, corrimos a avisar: "¡Ha llegado el señor Aniceto!", "¿Vamos a coger la vez, mamá?", y marchamos hacia el centro del pueblo, donde estaba parada la furgoneta blanca del señor Aniceto. Cuando llegamos ya había un par de mujeres, de las que vivían al lado de la carretera, charlando con él.

Todos los lunes sin falta llegaba en su furgoneta, una especie de ultramarino ambulante, lleno de comida y productos de limpieza. Traía de todo; era muy previsor y sabía lo que nos hacía falta. Sabía que mucha gente en el pueblo no tenía coche y que desplazarse hasta Cistierna para hacer la compra suponía mucho perjuicio, así que allí se agolpaba la gente esperando su turno. Y cuántas veces no se aprovechaba la compra para saludar a la gente que iba llegando en verano al pueblo y para ponerse al día las unas de la vida de las otras...

Y los mismo pasaba cuando sonaba el claxon del panadero. Llegaba dos veces por semana y aunque al principio de venir también paraba en el centro del pueblo, con el tiempo iba recorriendo con su Land Rover todo el pueblo y paraba en cada casa, así que sólo había que salir a la puerta para comprar el pan. "Yo quiero torta, mamá... ", "¿Trae bollos, qué más trae...?, era la rutina de cada día intentando conseguir algún extra. Y cuando lo conseguíamos entrábamos corriendo en casa, gritando y riendo.

02 junio 2006

LOS JUEGOS EN OCEJO

Como ya imaginaréis, en Ocejo no hay parques infantiles, ni guarderías, ni nada de eso, pero a cambio, disponíamos de todo el pueblo para nosotros, y bien que lo aprovechábamos. El sitio de reunión era La Carrera, junto a la fuente que se ve apenas entrar al pueblo. Por las tardes nos juntábamos allí casi todos los niños y adolescentes para jugar, o charlar, o simplemente para esperar a que pasase algo, o llegase algún coche, porque antes no era muy habitual que llegasen turistas a Ocejo.

A veces hacíamos dos grupos y jugábamos a "Tres navíos" por todo el pueblo, cualquier lugar era bueno para esconderse. Otras veces jugábamos al pañuelo, o a la comba... Si había que merendar, íbamos a casa a recoger la merienda y volvíamos a salir. En casa no parábamos mucho tiempo. Paseábamos, o íbamos a bañarnos al río. Estábamos allí hasta que los labios se nos ponían casi morados del frío. Lo malo era que a veces enturbiábamos el agua que llegaba al pueblo, así que imaginad la gracia que les hacía a las mujeres que estaban lavando la ropa en el río; subían a regañarnos y se acababa la diversión. Casi siempre había alguno de nosotros que estaba marcado con alguna herida, eran los riesgos del juego. Nos lo curaban y a seguir jugando.

Antes no había televisión en todas las casas, así que cuando había algo que queríamos ver, nos presentábamos en la casa del que tenía la tele, sin esperar a que nos invitasen, porque confiábamos en que no nos pondrían ninguna pega, y lo veíamos allí, aunque lo de estar delante de la televisión era de las cosas que menos hacíamos. No había video consola, ni teléfono móvil, pero la diversión no faltaba. Supongo que al recordarlo ahora, el tiempo que ha pasado me hace olvidar si hubo malos momentos o discusiones, que seguro que los hubo, pero palabra que no recuerdo ninguno.

14 abril 2006

LAS FIESTAS PATRONALES

En Ocejo las fiestas patronales se celebran el 16 y el 17 de agosto y son en honor de San Roque. Ahora mismo ya no son como hace años, aunque en el pueblo intentan que no se pierda la costumbre.

Ya desde el día 15 de agosto la gente estaba de celebración. Después de la misa, los mozos del pueblo invitaban a todo el mundo a sangría, y después venía el torneo de bolos. Se reunían todos los que vivían fuera, en otras ciudades (Bilbao, Madrid, Barcelona, León...) y el pueblo era un hervidero de gente para lo que solía ser usual a lo largo del año. Se podía decir que el buen ambiente reinaba en general.

Lo que recuerdo con más cariño era la preparación de la fiesta. Se encargaban de organizarlas algunos de los mozos del pueblo, y todos estábamos deseando leer el cartel anunciando lo que habían preparado. Los bolos no faltaban nunca, por supuesto, ni los juegos infantiles... Algunos años incluso se organizaban maratones para aficionados, tanto para adultos como para niños y venía gente de fuera del pueblo a competir... No puedo olvidarme del concurso de tortillas, ni de las carreras de sacos o el juego de las sillas, ni tampoco del concurso de disfraces, todo era muy divertido...

Y por la noche, la verbena... Lo mejor era decidir qué grupo era el que iba a "actuar" cada año, aunque por decisión casi unánime, la mayor parte de los años, los encargados de amenizar el baile eran "Los Trocamayas". En la comarca ya los conocían, cualquiera que fuera asiduo a las fiestas de Ocejo sabía quién iba a amenizar nuestras verbenas, por eso yo no voy a desvelar nada nuevo.

Después de la verbena, un día venía la sopa de ajos para entrar en calor, porque en Ocejo en agosto se puede llegar a pasar bastante frío si no vas abrigado... Y al día siguiente tocaba chocolatada...

Puede que no pudiéramos competir con las fiestas de otros pueblos en lo referente a medios materiales y a dinero, pero en ganas no nos ganaba nadie. Ahora, como ya he dicho, algunos luchan por que no se pierda esta tradición, aunque lamentablemente cada día se lo ponen más difícil.

25 marzo 2006

EN 1939 SE ESTRELLÓ UN AVIÓN ALEMÁN "JUNKER" CONTRA CERROSO

El 17 de enero de 1939, coincidiendo con un temporal de nieve, viento y niebla, un avión alemán Junker se estrelló contra Pico Cerroso, uno de los picos que rodean Ocejo.

El avión no pudo recuperarse hasta finales del mes siguiente, debido al mal tiempo y a que en un principio se buscaron los restos cerca de los Picos de Europa, a pesar de que los vecinos decían haber oído el estruendo.

Según cuentan las personas que lo vivieron, en aquellos días el lugar se llenó de militares que solicitaron la colaboración de los vecinos de Ocejo para poder encontrar el avión, y fue una búsqueda muy difícil debido a las malas condiciones climatológicas.

En el accidente fallecieron todos los tripulantes, y la noticia apareció tanto en periódicos españoles como extranjeros. Cerca del lugar del accidente se levantó una placa que recuerda lo sucedido, aunque recientemente ha aparecido rota.

02 enero 2006

EL TREN DE LA ROBLA

En este blog no puedo dejar de mencionar el tren de la Robla, en el que año tras año, sin faltar un solo verano íbamos al pueblo. Es un tren de FEVE que circula entre León y Bilbao. Por supuesto no llega hasta Ocejo, pero nos dejaba en Cistierna, a unos 10 kms.

Recuerdo las charlas entre los viajeros del tren, gente que sin conocerse de nada enseguida encontraba tema de conversación para hacer más entretenido el viaje; y las paradas de media hora en la estación de Mataporquera ,Cantabria, para comer, porque este tren se tomaba su tiempo para llegar, no tenía prisa.

En algunas ocasiones, el tren decidía que no quería continuar y entonces debíamos esperar. La verdad es que para lo frecuentes que eran estas paradas, nos lo tomábamos bastante bien, como si fuese algo inevitable. Sabíamos que tarde o temprano el viaje iba a continuar y algunos aprovechaban para hacer su diagnóstico sobre la avería. "Esto es la catenaria...", "se le ha pinchado una rueda...", bromeaban.

A mis hermanos y a mí nos gustaba asomarnos por las ventanas del tren y saludar a la gente que íbamos dejando atrás y mirar los increibles paisajes; cualquier cosa para hacer que el viaje pareciese más corto .

Por desgracia esta línea no era muy comercial y desapareció durante algunos años. Ahora vuelve a funcionar, aunque no sé si seguirá siendo tan familiar como antes, porque el progreso tiene sus servidumbres.